Estábamos mi hermano y yo en
el zaguán de la casa de Claudio. Claudio nos llamaba “los porteños” porque
efectivamente vivíamos en la Capital Federal y sólo íbamos los fines de semana
a Florencio Varela a visitar a mis abuelos.
A Claudio le encantaba
relatar anécdotas. Claudio y mi hermano tendrían unos trece años y yo
aproximadamente once.
Esa vez Claudio nos relató
episodios sexuales. Nos contó que así como los hombres eyaculábamos, las
mujeres cuando menstruaban podían emitir un chorro de sangre y que por eso
usaban tampones. Que una vez Carina cuando estaban en la pileta del club se
olvidó de ponerse un tampón y el vió como le salió un chorro de sangre como de
un metro de largo.
Yo escuchaba asombrado sobre
un mundo que me era casi desconocido.
También nos contó que una
vez Rulo se hizo tocar la pija por Guillermo hasta eyacular un chorro de guasca
como de dos metros y luego se lo llevó al cañaveral que está al fondo del
baldío y lo penetró. Fuimos hasta el cañaveral y efectivamente detrás de unas
hileras de cañas habían acondicionado un colchón hecho con hojas de las mismas
cañas.
Diego Gallotti
4/3/19
4/3/19
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