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lunes, 27 de abril de 2020

Sueño


Pedro soñó que transmutaba en mariposa.
Al día siguiente se sintió más liviano y podía oler las flores a kilómetros de distancia.

Credo


En el pueblo de Farfalla tenían la creencia de que al morir transmutaban en mariposas.
Un día dejaron de creer y no hubo más mariposas.

Inconformista


La oruga se transformó en crisálida y extrañó caminar. La crisálida se transformó en mariposa y extrañó el calor del capullo. El huevo se transformó en oruga y extrañó la simpleza.

martes, 14 de abril de 2020

La vaca loca


Año 2025. Un virus infectó a las vacas del pueblo de Alumni, en Sudamérica. Sus conexiones neuronales se desarrollaron y potenciaron hasta hacerlas superinteligentes.
Se rebelaron y dejaron de darles leche a los tamberos. Mumú, la vaca líder, solicitó a las autoridades que les brindaran educación. Ellas también tenían derechos.
Se armó revuelo en todo el pueblo. Los funcionarios pusieron el grito en el cielo. ¡¿Pero cómo que las vacas ahora quieren estudiar?! Eso es imposible.
Mumú, apodada “la vaca loca” los desafió. Propuso que le hicieran un examen de ingreso y que si lo aprobaba ella y sus compañeras irían a la escuela.
El intendente, astutamente le dijo que sí. Que en una semana le tomarían el examen.
Al otro día el intendente y sus funcionarios idearon un plan. Contrataron a los mejores expertos para que hicieran el examen más difícil que nunca se haya hecho.
Mumú, estudiaba dieciséis horas por día. Sus compañeras le conseguían libros y ella los leía en pocos minutos. Le tomaban examen luego de terminar cada libro y ella respondía correctamente sin titubear.
El día del examen, los profesores con aire de suficiencia le entregaron cien preguntas, las cuales tenía que responder en dos horas.
Mumú las leyó y en una hora y media había respondido todas las preguntas correctamente.
Los profesores y los funcionarios quedaron mudos.
Mumú y sus amigas saltaron de alegría. Por fin, podrían estudiar.

viernes, 10 de abril de 2020

Autobiografía


Nací en el planeta Tierra. Muy cerca del polo sur. Dónde se angosta un continente.
A los dos años inventé un idioma pero pronto me “educaron” y empecé a comunicarme en el idioma castellano y mediante gestos.
De niño me gustaba mucho pintar, esa fue otra manera de comunicarme y expresarme.
A los cinco años aprendí a nadar y a los ocho años comencé a competir como federado. Hoy sigue siendo una de mis pasiones.
Ingresé a la escuela y luego al colegio. En el colegio empecé a escribir cuentos y a dibujarme la ropa.
Estudié biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la U.B.A. Me gradué y luego me doctoré. Fui amado y amante.
En la facultad participé de talleres de dibujo y pintura y talleres literarios. Dejé transitoriamente las competencias de natación. Aprendí a bucear.
Quise cambiar la facultad y la universidad. Se transformó en una pasión. Logré algunos cambios y también cambié yo.
Viajé cuatro veces en barco a la Antártida para realizar investigaciones sobre el krill antártico. Las cuatro veces volví a tierra. Me casé y me divorcié.
Hace diecisiete años comencé a pintar y escribir de manera autodidacta. Luego comencé a concurrir a talleres. Hoy en día son otras de mis pasiones.
Hace once años volví a participar de competencias de natación. Me encanta.
Hoy en día me siento bien. Disfruto de la vida, amo el arte y a la gente que me rodea.

Diego Gallotti
9/4/20

jueves, 9 de abril de 2020

Caperucita enrojecida


Caperucita hace tiempo que le había echado el ojo a un leñador velludo y con una barba bien tupida y recortada.
Un día salió decidida a llamarle la atención. Se puso su mejor vestido rojo, tomó una canasta y se fue a recolectar frutos al bosque. Pasó cerca del leñador y lo miró de reojo.
Leñador: ¡Buen día señorita!
Caperucita: ¡Buen día, señor!
L: ¿Vive por acá cerca?
C: Si, detrás de aquella colina.
L: Ah, no la había visto antes. ¿Y cómo se llama?
C: Caperucita.
L: Lindo nombre.
C: ¿Y el suyo?
L: Roberto, pero me dicen Lobo.
C: ¡Cuánto pelo que tiene Sr. Lobo! Caperucita le acarició el vello del pecho.
L: Si, es para abrigarte mejor.
C: ¡Y qué manos más grandes que tiene!
L: ¡Si, son para agarrarte mejor! El Lobo la tomó de la cintura.
C: ¡Que boca más grande que tiene!
L: Si, es para besarte mejor.
Ambos se dieron un beso tan profundo y prolongado que se pusieron rojos como el vestido de Caperucita.

miércoles, 8 de abril de 2020

Caperucita empoderada


Caperucita salió a recolectar hongos y frutos por el bosque. Se agachaba a recolectar un hongo aquí, un hongo allá, se estiraba para alcanzar una avellana aquí, una nuez allá.
Un lobo la espiaba escondido detrás de los arbustos. De pronto Caperucita, dio la vuelta a un árbol para recoger un hongo y se topó con el lobo.
Caperucita: ¡Ay que susto!
Lobo: No me tengas miedo, soy un lobo bueno.
C: No te tengo miedo, es sólo que apareciste de pronto. ¿No me estarías siguiendo no?
L: Si, como no seguir a una bella chica como vos.
C: Prefiero que me hablen de frente y no que me espíen.
L: No te hagas la difícil. Bien que te gusta andar provocando con ese vestidito rojo tan apretado y cortito.
C: Yo no provoco a nadie. Es mi vestido preferido, me lo regaló mi abuela. ¡Porque no te vas a espiar a tu vecino lobo pajero!
Caperucita le dio una patada en los testículos al lobo, salió corriendo y lo dejó retorciéndose de dolor en el piso.

martes, 7 de abril de 2020

Caperucita mágica


Berta vivía con su nieta Anahí en la selva misionera. Vivían de la recolección de frutos y la horticultura. Con el avance del cultivo de la soja y la tala de árboles se les hacía cada vez más difícil la subsistencia.
Berta sentía que cada vez estaba más vieja y no podía ayudar a Anahí como quisiera. Decidió que era momento para que Anahí usara la capa mágica. Una noche luego de cenar, abrió un baúl, sacó la capa roja y le dijo:
- Anahí, es momento de que empieces a usar la capa roja. Yo ya estoy bastante anciana y vos ya no sos tan niña.
Anahí la miró turbada pero aceptó la propuesta. La capa estaba reluciente como el primer día en que la había usado su abuela. Anahí se enamoró de la capa. Esa misma noche durmió con la capa puesta.
Al otro día se levantó llena de energía y salió a recolectar frutos, hojas y hongos por el bosque. De pronto vió a un aguará guazú y lo saludó. Hacía mucho que no veía a uno.
Anahí: ¿Aguará que hacés por acá, tan cerca del poblado? ¿Por qué estás tan triste?
Aguará: Me veo obligado a buscar comida cada vez más cerca del poblado porque ya no queda mucha por el bosque. Necesito comida para mis crías.
Anahí: Vení a la cabaña. Y te convidamos algo de comida. La abuela está cocinando un puchero.
Aguará: ¿Segura que no es una trampa? Los “humanos” son muy mentirosos…
Anahí: ¿No sentís el olor?
Aguará: Si, lo siento. Está bien, voy a ir pero caminando detrás tuyo.
Cuando llegaron la Abuela sorprendida dijo: Pero que hermoso aguará, hace mucho que no se ven por acá. Se ve que ya estuviste haciendo magia. Y los tres comieron felices.

Víctima de felicidad

  "Cuando el poeta duerme, entre poema y poema, comienza el sueño del lector, que construye una historia entrelazando oníricame...