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jueves, 5 de septiembre de 2019

Siren

Los tripulantes de la nave Explorer estaban desesperados. Al atravesar en su recorrido una zona de asteroides golpearon uno pequeño que generó graves desperfectos en la nave. Debían descender en el planeta más cercano. No había otra opción. Buscaron en los mapas y el planeta más cercano era Siren de la Galaxia Andrómeda. Los datos eran desalentadores. Nunca un humano lo había pisado. Si bien el planeta estaba compuesto por ochenta por ciento de agua, la atmósfera estaba compuesta principalmente por gases como el metano, dióxido de carbono, nitrógeno, vapor de agua y muy poco oxígeno. El aire era irrespirable.
El planeta era un poco más pequeño que la Tierra y tenía un solo continente aproximadamente del tamaño de Australia. Decidieron descender cerca de una península. El oxígeno disponible en la nave y en los equipos luego del accidente, les alcanzaría aproximadamente por cuarenta y ocho horas terrestres. Sabían que ese iba a ser su principal problema. Debían encontrar la manera de obtener oxígeno y esperar a que los vengan a rescatar.
Algunos tripulantes se pusieron a estudiar diferentes alternativas para obtener oxígeno. Algunos proponían la destilación fraccionada del aire del planeta para obtener el poco oxígeno que contenía. Otros analizaban la posibilidad de obtenerlo a partir de la electrólisis del agua. Otros de obtenerlo a partir de minerales con oxido, si es que existían. 
Pero los instrumentos y sustancias químicas disponibles en la nave luego del accidente no estaban en óptimas condiciones y tal vez no eran suficientes. Habría que hacer una exhaustiva evaluación.
Descendieron en una zona llana, desértica. La nave al descender sufrió un nuevo golpe, producto de las fallas que habían sufrido anteriormente los aparatos e instrumentos encargados del descenso.
Era de día, el gran sol naranja que iluminaba y calentaba el planeta estaba cerca del cenit. La temperatura rondaba los cuarenta grados centígrados. No había viento. La gravedad era de 8,907 m/s², un poco menor a la de la tierra.
Intentaron comunicarse para que vinieran a rescatarlos pero el equipo de comunicaciones no funcionaba. La cosa se ponía cada vez más difícil.
Los doce tripulantes decidieron dividirse en cuatro grupos de tres. Un grupo se quedaría en la nave y los otros tres grupos saldrían en dirección Sur, Estenoreste y Oestenoroeste para explorar la zona en busca de minerales o agua de donde intentar obtener oxígeno.
El grupo que quedó en la nave se encargaría de intentar reparar el equipo de comunicaciones, tomar muestras del suelo y del aire y preparar con lo que encontraran en la nave un equipo de destilación y otro de electrólisis.
De los cuatro vehículos todoterreno con que contaba originalmente la nave, solo tres estaban en óptimo funcionamiento.
El grupo Uno, luego de dos horas de recorrer el llano desértico cubierto de polvo divisó a lo lejos una zona rocosa. También divisaron unas extrañas nubes de color verdoso. Aceleraron la marcha en esa dirección.
A medida que se acercaban comenzaron a sentir un fuerte olor a sal. Similar al aroma del agua de mar pero más concentrado. Cuando llegaron a la zona rocosa descendieron pues se dieron cuenta de que era un acantilado y cerca divisaron el mar, era enorme, un océano inmenso. Se asomaron al borde del acantilado, miraron hacia abajo y vieron como las olas rompían en la playa. Era un mar azul-violáceo, profundo y cada tanto se observaban como manchones de color verdoso. Fotografiaron y filmaron todo.
Luego miraron hacia el cielo violáceo y observaron con asombro que además de nubes blancas, había unas extrañas nubes verdes que lo surcaban. Había una leve brisa. Las nubes verdes parecían no solo moverse horizontalmente sino que también lo hacían verticalmente y de manera despareja, adoptando formas extrañas. Parecían tener vida propia.
A lo lejos divisaron una zona montañosa, y cerca de la cima algunas nubes verdosas. Decidieron ir hacia allí, necesitaban analizar de cerca de qué estaban compuestas esas nubes.
Llegaron al pie de un cerro, subieron con el vehículo todoterreno lo más alto que pudieron. Luego el ascenso se hizo imposible para el vehículo. Descendieron y siguieron a pie. Tenían puestos trajes refrigerantes y con oxígeno suficiente para veinticuatro horas. A medida que ascendían la temperatura del ambiente disminuía. A los dos mil metros de altitud la temperatura ya había bajado a los treinta grados y el sol ya no estaba en el cenit.
Ascendieron la montaña por una hora, de pronto detrás de una roca y a unos dos metros de altura vieron cuerpos esféricos verdes y de distintos tamaños flotando en el aire. Tenían entre cinco y diez centímetros de diámetro. Intentaron agarrar uno pero apenas acercaron la mano este se ovaló y subió más alto. Intentaron tomar otro y pasó lo mismo. Estos cuerpos esféricos parecían tener vida y de alguna manera eran capaces de escapar. A simple vista parecía que no poseían ojos. Quizás tenían fotoreceptores, ocelos o simplemente percibían las corrientes de aire que se generaban con las manos cuando alguien quería cazarlos. Debían idear la manera de atrapar uno para investigarlo. ¿Serían seres vivos o artificiales? ¿Serían plantas, animales o ambas cosas?
Encontraron uno más cerca del suelo flotando a un metro de altura, lo rodearon entre los tres. La esfera comenzó a subir, uno intentó atraparla y falló, el segundo también y finalmente el tercero logró atraparla. Una vez en su mano esta comenzó a desinflarse y quedó como un globo arrugado. La guardaron en una bolsa hermética. Siguieron subiendo hasta la cima. Ya casi en la cima, vieron en la oquedad de una roca un montón de esferas fijas en el piso apiladas como melones. Se acercaron y algunas de las que estaban más arriba de la pila salieron flotando en la dirección contraria. Intentaron tomar un par de las que estaban más cerca del suelo, las cuales tenían pequeñas espinas. Tuvieron que cavar un poco porque estas parecían estar fijas. Al sacarlas vieron que estaban fijadas al suelo mediante unos filamentos similares a raíces. Y a diferencia de la otra esfera que habían tomado al principio, estas no se desinflaron. También las guardaron en bolsas junto a una importante cantidad del suelo al que estaban fijas.
Ya en la cima, la temperatura había descendido a veinte grados centígrados y el sol estaba por ocultarse en el horizonte. Se sentaron a descansar un poco. A lo lejos vieron como desde distintos puntos de las montañas más cercanas se desprendían esferas verdes para conformar lo que a la distancia parecían nubes vivientes. Llegó la hora del crepúsculo, el cielo naturalmente violáceo y manchado con nubes verdes y blancas fue atravesado por el amarillo y el naranja. Una sensación de paz y embelesamiento los invadió. Se quedaron unos minutos contemplando esa imagen inolvidable y luego decidieron descender, ya empezaba a oscurecer. Tomaron algunas rocas de muestra y se dirigieron a su vehículo.
Mientras conducían hacia la nave vieron emerger en el horizonte una gran luna amarillenta, frenaron unos minutos para observar el espectáculo. De pronto comenzó a llover, levemente. Tomaron una muestra del agua de lluvia y siguieron viaje.
Cuando llegaron a la nave contaron atropelladamente lo acontecido a sus compañeros, mostrándoles fotos y videos de lo que habían visto. De los tres grupos sólo habían regresado dos. El grupo Dos, a su vez relató sus aventuras.
Habían logrado tomar muestras de agua de una laguna, aún no sabían si era potable. También habían visto que sobre las esferas verdes se posaban algunos organismos voladores similares a insectos pequeños. Parecían tener cuatro alas como las libélulas y un pico curvo y eran de color verdoso. Ellos también habían podido atrapar una esfera que se desinfló en sus manos pero no pudieron atrapar al organismo volador.
El equipo Cero que se había quedado en la nave intentó arreglar algunos equipos e instrumentos de destilación y electrólisis pero no tuvieron éxito, tampoco pudieron arreglar el equipo de comunicaciones. Pero pudieron tomar muestras de aire, de suelo y de algunas rocas cercanas a la nave que resultaron tener muy pequeñas trazas de óxido.
Finalmente llegó el grupo Tres, quienes habían podido filmar y sacar fotos cerca de las nubes verdes de algo similar a un reptil volador de color violeta y manchas verdes que tenía el tamaño de una pequeña ave y poseía un tubo curvo arriba de la boca. Las imágenes eran alucinantes. Asimismo habían podido tomar muestras de agua de mar y muestras de rocas de la playa.
Apenas estuvieron todos juntos se dividieron en grupos y comenzaron a investigar las muestras recolectadas. Para maravilla de todos, el agua de la laguna resultó ser potable. Saltaban de alegría. El grupo que investigaba las esferas verdes cortó con un bisturí un trozo de la que estaba desinflada, lo pusieron en un portaobjetos y lo observaron bajo el microscopio. Parecía tener un tejido conformado por células. Aparentemente se trataba de un organismo pluricelular.
Luego tomaron una de las esferas que aún estaba inflada y analizaron el gas que contenía, para su sorpresa era oxígeno. ¡Qué alegría! Justo el gas que necesitaban. ¿Cómo harían para extraerlo y consumirlo? ¿Con cuántas esferas contaría el planeta? ¿Les alcanzaría? ¿Podrían criar esas esferas para consumir el oxígeno? Un montón de preguntas irrumpieron en sus mentes y una gran alegría los embargó. Estaban exultantes, festejaban. En principio la vida prometía prolongárseles más allá de las veinticuatro horas de oxígeno disponible con que contaba la nave.
Pronto salieron munidos de redes para recolectar más esferas y obtener el oxígeno que contenían, se les acababa el tiempo. Fueron al cerro más cercano en donde las habían encontrado, subieron y comenzaron a cazarlas y a desenterrarlas. De pronto sintieron un ruido que venía desde adentro de un hueco. Todos retrocedieron un paso y miraron asustados hacia la cueva. Una cabeza verde y grande como la de un perro los observaba. Sus ojos eran grandes y parecían ser compuestos, como los de los insectos de la Tierra y poseía un pico grande y puntiagudo. Tomaron las esferas que habían recolectado en bolsones y fueron retirándose lentamente. Mientras hacían esto apareció otra cabeza más,  ambos animales dieron otro paso y pudieron verse sus dos patas con garras y sus alas plegadas como la de los murciélagos. El color de su piel lisa era verde con manchas violetas de distintos matices. Marcharon hacia el vehículo apurando el paso mientras los animales los observaban desde lo alto. Llegaron al vehículo, cargaron las esferas y se fueron a toda velocidad hacia la nave.
Ya en la nave relataron lo sucedido a los demás. Sólo habían podido sacar una sola foto de uno de los animales. No sabían cuán inteligentes serían estos animales y cómo sería su fisiología. ¿Cómo obtendrían estos animales el oxígeno, si el aire contenía poco? ¿Su metabolismo se basaría en el oxígeno? ¿Cuántos animales habría? ¿De qué se alimentarían?
Pero algo más urgente había para preguntarse. ¿Cómo obtener el oxígeno de las esferas y que no se acabara rápidamente? Pusieron los cientos de esferas que habían recolectado en un salón cerrado y dos de ellos trataron de atraparlas para hacer que se elevaran largando el oxígeno que contenían y se desinflaran. Cuando terminaron de desinflar a casi todas, midieron el oxígeno en la sala y había aumentado un treinta por ciento. Luego tomaron las que habían desenterrado y las llevaron a otra sala que habían acondicionado colocando en el piso las muestras de suelo que habían recogido en las salidas de exploración. Cavaron pequeños pozos y las colocaron en hilera, intuitivamente regaron el suelo con un poco de agua ya que aún no conocían la fisiología y el metabolismo de estas plantas aéreas.  
Esa noche durmieron tranquilos pero sabían que al día siguiente iban a tener que salir a recolectar más esferas con oxígeno. El oxígeno de las que habían recolectado les alcanzaría para veinticuatro horas más. Parecía que la cuestión era sobrevivir el día a día. Efectivamente a la mañana siguiente midieron el oxígeno en la nave y se dieron cuenta de que ya quedaba poco y deberían salir a buscar más. Aún no conocían cómo se reproducían estas esferas ni cada cuánto, como para saber si las que habían "sembrado" podrían generar más esferas y más oxígeno.
Decidieron salir a buscar más esferas. Otra vez se dividieron en cuatro grupos y un grupo se quedó en la nave. Llevaron todos armas personales porque no sabían cuán agresivos o territoriales eran los animales que habían visto. El grupo Uno, ya casi en la cima del cerro observó con los prismáticos digitales incorporados a la pantalla del casco uno de los pequeños reptiles-ave violetas introduciendo su tubo curvo en una de las esferas hasta desinflarla. Especularon que tal vez el oxígeno para su metabolismo lo obtenían así. De pronto vieron una gran sombra velocísima que pasó volando, era uno de los animales alados que habían visto en la cueva. El animal, veloz como un rayo ensartó con su pico al pequeño reptil y se lo llevó a la puerta de la cueva donde lo deglutió de un bocado. Evidentemente eran carnívoros y predadores.
Se acercaron lentamente y sin hacer ruido. Cuando llegaron a la cima, la entrada de la cueva estaba vacía. El animal se había ido. Comenzaron a recolectar esferas con cautela. De pronto sintieron un ruido en la cueva, miraron y vieron que se asomaba un pico puntiagudo como una espada. Dejaron de recolectar las esferas. Luego apareció otro animal y asomó el pico y toda su cabeza. John, instintivamente llevó la mano hacia su arma y el animal con una velocidad inusitada clavó el pico en su mano. Todos comenzaron a moverse y a gritar desenfrenadamente. Carl desenfundó su arma pero el otro animal le clavó su pico en el abdomen. Zoe logró dispararle, el animal herido intentó clavarle su pico pero a los dos pasos se desplomó sobre el piso. Ante el estruendo del disparo, el otro animal salió volando. Socorrieron a Carl y lo ayudaron a bajar la cima unos metros pero la herida era grave y falleció en el cerro. No tenían cómo llevar su cuerpo hasta la nave así que tomaron las esferas y se fueron los dos lo más rápido posible para atender la mano de John que seguía sangrando. En el camino oyeron un disparo a lo lejos, se preocuparon, algo podía estar pasándoles a los demás. Llegaron a la nave y atendieron la mano a John. El grupo Dos ya había llegado a la nave con Adam que había sido herido en una pierna por el pico de uno de estos seres alados. A su vez ellos habían herido a un animal que había podido escapar. Estuvieron haciéndole un largo rato curaciones a su pierna, pues era una herida profunda. Finalmente llegó Mike muy apesadumbrado, quien era el único sobreviviente del grupo Tres. Paola y Martin habían muerto por el ataque de dos animales y entre los tres habían podido matar a uno y herido a otro. Todos los grupos habían podido traer más esferas. ¿Estos seres alados también obtendrían el oxígeno de las esferas como habían visto que lo hacían los reptiles-ave más pequeños?
En la tripulación ya no eran doce. Eran nueve y dos de ellos estaban heridos. Habían traído esferas que probablemente les alcanzarían para un día más, a pesar de que ahora había menos personas para consumir oxígeno. La situación era apremiante.
A la noche John y Adam comenzaron a sentirse mal, tenían fiebre. Empezaron a hacerles análisis de distinto tipo para ver si habían sido afectados por algún tipo de virus, bacteria u otro organismo. Quizás algún organismo había entrado por el pico de los animales, o simplemente entró a la herida por quedar expuesta al ambiente exterior. Comenzaron a inyectarles antibióticos y todo tipo de medicamentos pero cada vez estaban peor. La temperatura de sus cuerpos había subido a los cuarenta y un grados centígrados. Ya no sabían cómo calmarlos. Luego de unas horas fallecieron los dos. El ambiente en la tripulación era desesperante. Ya no eran nueve, eran siete. Se fueron a dormir desanimados.
A la mañana siguiente decidieron salir a buscar más esferas a pesar del peligro que les esperaba afuera. No les quedaba otra, se acababa el oxígeno. Esta vez se dividieron en tres grupos. Uno de tres y dos de dos. Decidieron que uno de los grupos de dos se quedaría en la nave y que el otro exploraría las manchas verdes que habían visto en el mar. El grupo de tres tuvo la tarea de recolectar más esferas en uno de los cerros.
El grupo exploratorio del mar llegó al acantilado y divisó la mancha verde más cercana. Bajaron a la playa y caminaron hasta quedar frente a la mancha verde. Debían llegar nadando. Estaban muy temerosos, no sabían con qué se podrían encontrar. La mancha verde estaba a unos trescientos metros mar adentro, pasando la rompiente de olas. Se tiraron al agua con trajes de neoprene, aletas, luneta, snorkel y cuchillos. El agua tenía una temperatura aproximada de veinte grados centígrados, una gran flotabilidad y un sabor muy salado. Las olas eran grandes y fuertes, por lo que tardaron un poco en poder pasar la rompiente. Finalmente llegaron cerca de la mancha verde, era enorme. Se acercaron tímidamente y de pronto vieron salir nadando, volando y buceando una gran cantidad de pequeños organismos parecidos a crustáceos de color azul con manchas verdes. Era increíble la habilidad y velocidad que tenían tanto para nadar como para volar. Se acercaron aún más y vieron que la gran mancha verde estaba conformada por pequeñas esferas verdes que flotaban agrupadas. Cada esfera verde a su vez tenía por debajo unas finas láminas verdes circulares que flameaban con el movimiento del agua. Recolectaron todas las que les cupieron en las bolsas y nadaron hacia la orilla. Mientras volvían vieron pequeñas sombras bajo el agua que se movían a gran velocidad, pero no pudieron detectar de qué tipo de organismo se trataba.
El grupo que se quedó en la nave hizo un descubrimiento importante, luego de analizar cuidadosamente el tejido y composición química de las esferas, hicieron una prueba de palatabilidad.  Probaron un trozo de una de las esferas desinfladas y resultó ser agradable y digerible, más si se la condimentaba con sal. Algo tenían que hacer con la comida, pues la que tenían en la nave les alcanzaría para seis meses más aproximadamente. Luego observaron que a las esferas que habían plantado les  habían empezado a salir pequeñas esferitas, como brotes. Analizaron la composición del aire de la habitación, y el nivel de oxígeno no había aumentado significativamente por los brotes.
El grupo Tres, subió al cerro más cercano en donde había esferas y se encontró con una sorpresa. Había varios seres alados agonizantes y resoplando en el piso, como si les faltase oxígeno. La cantidad de esferas había disminuido debido a la sustracción que habían infligido los invasores humanos. Dos seres alados aún con suficiente oxígeno se estaban peleando por la posesión de las pocas esferas que les quedaban. Mike, Zoe y Johnatan comenzaron a dispararles, no les quedaba otra, ellos también necesitaban el oxígeno. Lograron matar a uno, pero el otro rápido como un rayo atravesó a Johnatan en el pecho matándolo al instante. Mike y Zoe dispararon y mataron al animal. Recolectaron todas las esferas que pudieron y regresaron a la nave rápidamente.
La llegada de los humanos al planeta había provocado en pocos días un desequilibrio ecológico importante. El planeta Siren, contenía poco oxígeno en su atmósfera, esto influía en el ambiente de forma determinante. Había poca biodiversidad de plantas y animales debido justamente a esta escasez de oxígeno. El equilibrio ecológico era muy frágil. Una pequeña variación podía provocar la muerte de poblaciones enteras de animales y plantas o incluso la desaparición de especies. La muerte de algunos de los seres alados por parte de los humanos ya había provocado una pequeña proliferación de los reptiles-ave, pues  quedaban menos predadores en la cadena alimenticia. A su vez esta proliferación de reptiles-ave consumía más oxígeno de las esferas por lo que prontamente podía acabárseles a ellos también.
Una vez en la nave, todos se enteraron tristemente de la muerte de Johnatan. El grupo exploratorio del mar relató sus descubrimientos y desembolsó las pequeñas esferas con láminas que habían recogido. Por su parte el grupo que se había quedado en la nave relató sus descubrimientos acerca de las esferas aéreas. Luego analizaron las esferitas marinas en el laboratorio y descubrieron que estaban hechas de un tejido similar a las aéreas pero con una pared más gruesa. El contenido de las esferas también era de oxígeno pero en menor cantidad que las aéreas.
Luego de un largo día, cenaron y se fueron a dormir. Ya no eran siete, sino seis. La mitad de la tripulación había muerto. El panorama no era para nada alentador. El oxígeno de la nave les alcanzaría para unas veinte horas más.
A la mañana siguiente decidieron salir a buscar más esferas. Se dividieron en tres grupos de dos. Uno salió a buscar más esferitas al mar, otro a los cerros y el otro se quedó en la nave.
El grupo marino, llegó a la orilla y se dirigieron nadando hacia la primera mancha verde que divisaron. Cerca de la mancha vieron de nuevo como salían disparando los pequeños crustáceos voladores y nadadores que parecían obtener oxígeno y comida de las esferitas. Comenzaron a recolectar esferitas. De pronto vieron en lo profundo las pequeñas sombras que habían visto el día anterior. Se inquietaron un poco. Decidieron recolectar algunas más y volver. Mientras volvían Sean sintió un puntazo en la pierna, se detuvo preso del dolor. Dan notó el retraso de Sean, se dio vuelta y vio como se alejaba buceando una especie de reptil nadador de unos ochenta centímetros de largo con un pico largo y agudo. Ayudó a Sean a nadar lo más rápido posible a la orilla. Temían que otro reptil nadador los atacara. Cerca de la orilla Sean se apoyó en el hombro de Dan y llegó rengueando a la playa. Apenas llegó se desplomó en la arena. Su herida sangraba copiosamente, el orificio provocado por el animal atravesaba toda su pierna. Hicieron un torniquete, subieron el acantilado con gran dificultad y finalmente subieron al vehículo que los llevó a la nave.
Del grupo del cerro sólo volvió Zoe con algunas esferas. Mike había muerto atravesado por el pico de un ser volador en el cuello.
El grupo que se había quedado en la nave tenía una buena noticia, los brotes de las esferas que habían plantado habían crecido y estaban flotando en el aire, se habían desprendido de las esferas madre. También habían acondicionado una gran pecera con agua marina donde introdujeron algunas esferitas marinas para ver si éstas también se podían reproducir.
Cuando el grupo marino llegó a la nave, atendieron la herida de Sean desinfectándola, vendándola y parando la hemorragia, había perdido mucha sangre.
Ya no eran seis, con la muerte de Mike eran cinco. A la noche murió Sean, debilitado por la fiebre y la pérdida de sangre. Quedaban cuatro. Durante la estadía en Siren, la tripulación había perdido dos tercios de sus integrantes en pocos días.
Al día siguiente decidieron salir a buscar más esferas. El oxígeno disponible en la nave alcanzaría para unas dieciséis horas más. Un grupo de tres salió hacia el cerro, pues las esferas aéreas tenían más oxígeno que las marinas. Vito se quedó en la nave.
Dan, Zoe y Lucy subieron al cerro. Divisaron un ser alado cerca de la cueva y le dispararon hasta matarlo. Ya fuera de peligro comenzaron a recolectar esferas. De pronto sin saber de dónde vino, un ser alado cayó en picada desde el cielo y atravesó por la espalda a Lucy matándola al instante. Dan y Zoe, rápidos de reflejos dispararon al animal que murió acribillado. Recogieron las esferas y volvieron a la nave. Vito los recibió lleno de alegría, finalmente había podido arreglar el sistema de comunicaciones y había podido mandar varios mensajes pidiendo ayuda y la ubicación en donde estaban. El rescate llegaría en cuatro días. Los tres saltaron abrazados, lloraban de alegría y también de tristeza. Contentos por la noticia del rescate y tristes por la muerte de Lucy.
¿Sobrevivirían cuatro días más? En pocos días la tripulación había perdido las tres cuartas partes de sus integrantes. Sólo quedaban tres tripulantes. Esa noche como las anteriores durmieron intranquilos. El oxígeno disponible en la nave alcanzaría para un día, no para cuatro días. Al día siguiente tendrían que salir a buscar más.
A la mañana se levantaron, desayunaron y decidieron que Dan y Zoe saldrían a recolectar esferas y que Vito se quedaría en la nave.
Dan y Zoe subieron al cerro. Había cuerpos de animales muertos por doquier. Estaban tanto los que habían matado ellos como los que habían muerto por la falta de oxígeno o por las luchas contra sus pares por tratar de obtenerlo. El panorama era dantesco. De pronto divisaron uno vivo cerca de la cueva y lo mataron a disparos. Una vez muerto comenzaron a recolectar esferas. Al rato asomó la cabeza de otro por la entrada de la cueva, le dispararon pero en seguida se metió adentro. Se acercaron a la boca de la cueva para matarlo pero estaba muy oscuro y no podían verlo. No sabían cuán profunda sería la cueva, ni cuántos animales habría ahí. De pronto vieron que uno se les lanzaba desde el cielo en picada para ensartarlos, se corrieron y le dispararon. Cayó muerto muy cerca de ellos. Luego vieron que desde un cerro cercano vino uno volando para atacarlos. ¿Tendrían una forma de comunicarse? ¿Por ultrasonido tal vez? ¿Las cuevas estarían comunicadas? ¿Los animales de los cerros y cuevas vecinas venían a atacarlos por una suerte de solidaridad o unidad de grupo o comunidad de animales? ¿Tendrían algún tipo de organización social? No tenían tiempo para tratar de responder tantas preguntas. Apenas estuvo al alcance le dispararon y lograron matarlo. Pero luego aparecieron dos más desde otros cerros. Les dispararon, uno murió y cayó por la ladera del cerro, el otro herido logró atravesar a Dan en el pecho y Zoe remató al animal al instante. Zoe se acercó a Dan para tratar de reanimarlo pero ya era tarde. Con lágrimas en los ojos Zoe volvió a la nave con algunas esferas y muy apesadumbrada.
Cuando llegó a la nave se abrazó a Vito y balbuceando le relató lo ocurrido. Vito la consoló como pudo, pero él también se encontraba desolado. Se consolaron mutuamente.
Sólo quedaban dos en la nave. Las esferas les alcanzarían para dos días. Decidieron que se tomarían un día de descanso en la recolección de esferas y se quedarían en la nave ultimando los detalles del rescate y tratando de arreglar los instrumentos para generar oxígeno por electrólisis. Esa noche hicieron el amor.
A la mañana siguiente se despertaron y estuvieron todo el día contactándose con la nave que los rescataría para precisarles su situación, lo que habían vivido y las circunstancias y ambiente en el que se encontraban. Con el arreglo de los instrumentos para la electrólisis no tuvieron suerte, se habían dañado mucho. Les llevaría varios días más arreglarlos. Al día siguiente tendrían que salir nuevamente a buscar más esferas.
Se despertaron algo nerviosos. Cada vez que salían a buscar esferas, sabían que podían no volver. Llegaron al cerro y divisaron a un ser alado. Le dispararon y lo derribaron. Zoe comenzó a recolectar esferas mientras Vito se quedó vigilando la cueva y el cielo. A los pocos minutos vio asomar a un animal por la cueva, le disparó pero le erró. Vito y Zoe se acercaron a la cueva y comenzaron a disparar a mansalva, pues estaba tan oscuro que no veían nada. No lograron darle al animal. Se dieron vuelta y vieron como dos animales caían en picada hacia ellos, se corrieron y les dispararon uno murió cayendo muy cerca de ellos y el otro malherido logró atravesar un pie de Vito. Zoe remató de un disparo en la cabeza al animal y desenterró el pico que tenía clavado en el pie de Vito. Vito se retorcía y quejaba de dolor. Zoe, le limpió el pie, le puso desinfectante y lo vendó. Los dos llegaron al vehículo como pudieron, miraban a cada instante hacia atrás con miedo a que apareciera otro animal. Finalmente llegaron a la nave y Vito se recostó en la camilla. Zoe le atendió mejor la herida, con antibióticos y calmantes. Estuvieron charlando un rato tomados de la mano hasta que Vito se durmió. Más tarde comenzó a sentir fiebre, Zoe lloraba desconsolada. Unas horas más tarde, Vito murió. Zoe se encontraba totalmente desolada, deprimida, una profunda tristeza la embargaba. Se tomó una botella de vino entera y se desplomó sobre la cama. Quedaban dos días para el rescate pero el oxígeno de la nave le alcanzaría para un día más. Al día siguiente tendría que salir sola a buscar más esferas.
A la mañana se despertó desganada, triste y abatida. Desayunó y salió hacia uno de los cerros que estaban más lejos, no quería encontrarse de nuevo con el espectáculo de sus compañeros muertos. Llegando a la cima del cerro divisó uno de los animales. La cueva parecía más pequeña. Le disparó y lo mató. Comenzó a recolectar esferas, mirando por el rabillo del ojo y en estado de alerta por si aparecía otro animal. Con su visión periférica vio algo en la puerta de la cueva, giró velocísima, disparó y mató a otro animal. Decidió tomar la bolsa con las pocas esferas que había recolectado y retirarse. Cuando se retiraba vio que un ser alado caía en picada hacia ella, dio un paso al costado apuntó, disparó e hirió al animal. El animal al caer chocó con ella. Zoe dio varias vueltas sobre el piso golpeándose contra las rocas. Quedó aturdida y dolorida, sintió que algún hueso de la pierna derecha se le había quebrado. Se arrastró hacia una roca, buscó su pistola pero la había perdido durante la revuelta en el piso. El animal herido se acercaba tambaleante hacia ella dispuesto a atravesarla con su pico. Ella tomó dos rocas, una en cada mano y lo esperó.

Diego Gallotti
5/9/18


Víctima de felicidad

  "Cuando el poeta duerme, entre poema y poema, comienza el sueño del lector, que construye una historia entrelazando oníricame...