Los tripulantes de la nave
Explorer estaban desesperados. Al atravesar en su recorrido una zona de
asteroides golpearon uno pequeño que generó graves desperfectos en la nave.
Debían descender en el planeta más cercano. No había otra opción. Buscaron en
los mapas y el planeta más cercano era Siren de la Galaxia Andrómeda. Los datos
eran desalentadores. Nunca un humano lo había pisado. Si bien el planeta estaba
compuesto por ochenta por ciento de agua, la atmósfera estaba compuesta
principalmente por gases como el metano, dióxido de carbono, nitrógeno, vapor
de agua y muy poco oxígeno. El aire era irrespirable.
El
planeta era un poco más pequeño que la Tierra y tenía un solo continente
aproximadamente del tamaño de Australia. Decidieron descender cerca de una
península. El oxígeno disponible en la nave y en los equipos luego del
accidente, les alcanzaría aproximadamente por cuarenta y ocho horas terrestres.
Sabían que ese iba a ser su principal problema. Debían encontrar la manera de
obtener oxígeno y esperar a que los vengan a rescatar.
Algunos
tripulantes se pusieron a estudiar diferentes alternativas para obtener oxígeno.
Algunos proponían la destilación fraccionada del aire del planeta para obtener
el poco oxígeno que contenía. Otros analizaban la posibilidad de obtenerlo a
partir de la electrólisis del agua. Otros de obtenerlo a partir de minerales
con oxido, si es que existían.
Pero
los instrumentos y sustancias químicas disponibles en la nave luego del
accidente no estaban en óptimas condiciones y tal vez no eran suficientes.
Habría que hacer una exhaustiva evaluación.
Descendieron
en una zona llana, desértica. La nave al descender sufrió un nuevo golpe,
producto de las fallas que habían sufrido anteriormente los aparatos e
instrumentos encargados del descenso.
Era
de día, el gran sol naranja que iluminaba y calentaba el planeta estaba cerca
del cenit. La temperatura rondaba los cuarenta grados centígrados. No había
viento. La gravedad era de 8,907 m/s², un poco menor a la de la tierra.
Intentaron
comunicarse para que vinieran a rescatarlos pero el equipo de comunicaciones no
funcionaba. La cosa se ponía cada vez más difícil.
Los
doce tripulantes decidieron dividirse en cuatro grupos de tres. Un grupo se
quedaría en la nave y los otros tres grupos saldrían en dirección Sur,
Estenoreste y Oestenoroeste para explorar la zona en busca de minerales o agua
de donde intentar obtener oxígeno.
El
grupo que quedó en la nave se encargaría de intentar reparar el equipo de
comunicaciones, tomar muestras del suelo y del aire y preparar con lo que
encontraran en la nave un equipo de destilación y otro de electrólisis.
De
los cuatro vehículos todoterreno con que contaba originalmente la nave, solo
tres estaban en óptimo funcionamiento.
El
grupo Uno, luego de dos horas de recorrer el llano desértico cubierto de polvo
divisó a lo lejos una zona rocosa. También divisaron unas extrañas nubes de
color verdoso. Aceleraron la marcha en esa dirección.
A
medida que se acercaban comenzaron a sentir un fuerte olor a sal. Similar al
aroma del agua de mar pero más concentrado. Cuando llegaron a la zona rocosa
descendieron pues se dieron cuenta de que era un acantilado y cerca divisaron
el mar, era enorme, un océano inmenso. Se asomaron al borde del acantilado, miraron
hacia abajo y vieron como las olas rompían en la playa. Era un mar azul-violáceo,
profundo y cada tanto se observaban como manchones de color verdoso.
Fotografiaron y filmaron todo.
Luego
miraron hacia el cielo violáceo y observaron con asombro que además de nubes
blancas, había unas extrañas nubes verdes que lo surcaban. Había una leve
brisa. Las nubes verdes parecían no solo moverse horizontalmente sino que
también lo hacían verticalmente y de manera despareja, adoptando formas
extrañas. Parecían tener vida propia.
A
lo lejos divisaron una zona montañosa, y cerca de la cima algunas nubes
verdosas. Decidieron ir hacia allí, necesitaban analizar de cerca de qué
estaban compuestas esas nubes.
Llegaron
al pie de un cerro, subieron con el vehículo todoterreno lo más alto que
pudieron. Luego el ascenso se hizo imposible para el vehículo. Descendieron y
siguieron a pie. Tenían puestos trajes refrigerantes y con oxígeno suficiente
para veinticuatro horas. A medida que ascendían la temperatura del ambiente
disminuía. A los dos mil metros de altitud la temperatura ya había bajado a los
treinta grados y el sol ya no estaba en el cenit.
Ascendieron
la montaña por una hora, de pronto detrás de una roca y a unos dos metros de
altura vieron cuerpos esféricos verdes y de distintos tamaños flotando en el
aire. Tenían entre cinco y diez centímetros de diámetro. Intentaron agarrar uno
pero apenas acercaron la mano este se ovaló y subió más alto. Intentaron tomar
otro y pasó lo mismo. Estos cuerpos esféricos parecían tener vida y de alguna
manera eran capaces de escapar. A simple vista parecía que no poseían ojos.
Quizás tenían fotoreceptores, ocelos o simplemente percibían las corrientes de
aire que se generaban con las manos cuando alguien quería cazarlos. Debían idear
la manera de atrapar uno para investigarlo. ¿Serían seres vivos o artificiales?
¿Serían plantas, animales o ambas cosas?
Encontraron
uno más cerca del suelo flotando a un metro de altura, lo rodearon entre los
tres. La esfera comenzó a subir, uno intentó atraparla y falló, el segundo
también y finalmente el tercero logró atraparla. Una vez en su mano esta
comenzó a desinflarse y quedó como un globo arrugado. La guardaron en una bolsa
hermética. Siguieron subiendo hasta la cima. Ya casi en la cima, vieron en la
oquedad de una roca un montón de esferas fijas en el piso apiladas como
melones. Se acercaron y algunas de las que estaban más arriba de la pila salieron
flotando en la dirección contraria. Intentaron tomar un par de las que estaban
más cerca del suelo, las cuales tenían pequeñas espinas. Tuvieron que cavar un
poco porque estas parecían estar fijas. Al sacarlas vieron que estaban fijadas
al suelo mediante unos filamentos similares a raíces. Y a diferencia de la otra
esfera que habían tomado al principio, estas no se desinflaron. También las
guardaron en bolsas junto a una importante cantidad del suelo al que estaban
fijas.
Ya
en la cima, la temperatura había descendido a veinte grados centígrados y el
sol estaba por ocultarse en el horizonte. Se sentaron a descansar un poco. A lo
lejos vieron como desde distintos puntos de las montañas más cercanas se
desprendían esferas verdes para conformar lo que a la distancia parecían nubes
vivientes. Llegó la hora del crepúsculo, el cielo naturalmente violáceo y
manchado con nubes verdes y blancas fue atravesado por el amarillo y el
naranja. Una sensación de paz y embelesamiento los invadió. Se quedaron unos
minutos contemplando esa imagen inolvidable y luego decidieron descender, ya
empezaba a oscurecer. Tomaron algunas rocas de muestra y se dirigieron a su
vehículo.
Mientras
conducían hacia la nave vieron emerger en el horizonte una gran luna
amarillenta, frenaron unos minutos para observar el espectáculo. De pronto
comenzó a llover, levemente. Tomaron una muestra del agua de lluvia y siguieron
viaje.
Cuando
llegaron a la nave contaron atropelladamente lo acontecido a sus compañeros, mostrándoles
fotos y videos de lo que habían visto. De los tres grupos sólo habían regresado
dos. El grupo Dos, a su vez relató sus aventuras.
Habían
logrado tomar muestras de agua de una laguna, aún no sabían si era potable. También
habían visto que sobre las esferas verdes se posaban algunos organismos
voladores similares a insectos pequeños. Parecían tener cuatro alas como las
libélulas y un pico curvo y eran de color verdoso. Ellos también habían podido
atrapar una esfera que se desinfló en sus manos pero no pudieron atrapar al
organismo volador.
El
equipo Cero que se había quedado en la nave intentó arreglar algunos equipos e
instrumentos de destilación y electrólisis pero no tuvieron éxito, tampoco
pudieron arreglar el equipo de comunicaciones. Pero pudieron tomar muestras de aire,
de suelo y de algunas rocas cercanas a la nave que resultaron tener muy
pequeñas trazas de óxido.
Finalmente
llegó el grupo Tres, quienes habían podido filmar y sacar fotos cerca de las
nubes verdes de algo similar a un reptil volador de color violeta y manchas
verdes que tenía el tamaño de una pequeña ave y poseía un tubo curvo arriba de
la boca. Las imágenes eran alucinantes. Asimismo habían podido tomar muestras
de agua de mar y muestras de rocas de la playa.
Apenas
estuvieron todos juntos se dividieron en grupos y comenzaron a investigar las
muestras recolectadas. Para maravilla de todos, el agua de la laguna resultó
ser potable. Saltaban de alegría. El grupo que investigaba las esferas verdes
cortó con un bisturí un trozo de la que estaba desinflada, lo pusieron en un
portaobjetos y lo observaron bajo el microscopio. Parecía tener un tejido
conformado por células. Aparentemente se trataba de un organismo pluricelular.
Luego
tomaron una de las esferas que aún estaba inflada y analizaron el gas que
contenía, para su sorpresa era oxígeno. ¡Qué alegría! Justo el gas que
necesitaban. ¿Cómo harían para extraerlo y consumirlo? ¿Con cuántas esferas
contaría el planeta? ¿Les alcanzaría? ¿Podrían criar esas esferas para consumir
el oxígeno? Un montón de preguntas irrumpieron en sus mentes y una gran alegría
los embargó. Estaban exultantes, festejaban. En principio la vida prometía
prolongárseles más allá de las veinticuatro horas de oxígeno disponible con que
contaba la nave.
Pronto
salieron munidos de redes para recolectar más esferas y obtener el oxígeno que
contenían, se les acababa el tiempo. Fueron al cerro más cercano en donde las
habían encontrado, subieron y comenzaron a cazarlas y a desenterrarlas. De
pronto sintieron un ruido que venía desde adentro de un hueco. Todos
retrocedieron un paso y miraron asustados hacia la cueva. Una cabeza verde y
grande como la de un perro los observaba. Sus ojos eran grandes y parecían ser
compuestos, como los de los insectos de la Tierra y poseía un pico grande y
puntiagudo. Tomaron las esferas que habían recolectado en bolsones y fueron
retirándose lentamente. Mientras hacían esto apareció otra cabeza más, ambos animales dieron otro paso y pudieron
verse sus dos patas con garras y sus alas plegadas como la de los murciélagos.
El color de su piel lisa era verde con manchas violetas de distintos matices. Marcharon
hacia el vehículo apurando el paso mientras los animales los observaban desde
lo alto. Llegaron al vehículo, cargaron las esferas y se fueron a toda
velocidad hacia la nave.
Ya
en la nave relataron lo sucedido a los demás. Sólo habían podido sacar una sola
foto de uno de los animales. No sabían cuán inteligentes serían estos animales
y cómo sería su fisiología. ¿Cómo obtendrían estos animales el oxígeno, si el
aire contenía poco? ¿Su metabolismo se basaría en el oxígeno? ¿Cuántos animales
habría? ¿De qué se alimentarían?
Pero
algo más urgente había para preguntarse. ¿Cómo obtener el oxígeno de las
esferas y que no se acabara rápidamente? Pusieron los cientos de esferas que
habían recolectado en un salón cerrado y dos de ellos trataron de atraparlas
para hacer que se elevaran largando el oxígeno que contenían y se desinflaran.
Cuando terminaron de desinflar a casi todas, midieron el oxígeno en la sala y
había aumentado un treinta por ciento. Luego tomaron las que habían
desenterrado y las llevaron a otra sala que habían acondicionado colocando en
el piso las muestras de suelo que habían recogido en las salidas de
exploración. Cavaron pequeños pozos y las colocaron en hilera, intuitivamente
regaron el suelo con un poco de agua ya que aún no conocían la fisiología y el
metabolismo de estas plantas aéreas.
Esa
noche durmieron tranquilos pero sabían que al día siguiente iban a tener que
salir a recolectar más esferas con oxígeno. El oxígeno de las que habían
recolectado les alcanzaría para veinticuatro horas más. Parecía que la cuestión
era sobrevivir el día a día. Efectivamente a la mañana siguiente midieron el
oxígeno en la nave y se dieron cuenta de que ya quedaba poco y deberían salir a
buscar más. Aún no conocían cómo se reproducían estas esferas ni cada cuánto,
como para saber si las que habían "sembrado" podrían generar más
esferas y más oxígeno.
Decidieron
salir a buscar más esferas. Otra vez se dividieron en cuatro grupos y un grupo
se quedó en la nave. Llevaron todos armas personales porque no sabían cuán
agresivos o territoriales eran los animales que habían visto. El grupo Uno, ya
casi en la cima del cerro observó con los prismáticos digitales incorporados a
la pantalla del casco uno de los pequeños reptiles-ave violetas introduciendo
su tubo curvo en una de las esferas hasta desinflarla. Especularon que tal vez
el oxígeno para su metabolismo lo obtenían así. De pronto vieron una gran
sombra velocísima que pasó volando, era uno de los animales alados que habían
visto en la cueva. El animal, veloz como un rayo ensartó con su pico al pequeño
reptil y se lo llevó a la puerta de la cueva donde lo deglutió de un bocado. Evidentemente
eran carnívoros y predadores.
Se
acercaron lentamente y sin hacer ruido. Cuando llegaron a la cima, la entrada
de la cueva estaba vacía. El animal se había ido. Comenzaron a recolectar
esferas con cautela. De pronto sintieron un ruido en la cueva, miraron y vieron
que se asomaba un pico puntiagudo como una espada. Dejaron de recolectar las
esferas. Luego apareció otro animal y asomó el pico y toda su cabeza. John,
instintivamente llevó la mano hacia su arma y el animal con una velocidad
inusitada clavó el pico en su mano. Todos comenzaron a moverse y a gritar
desenfrenadamente. Carl desenfundó su arma pero el otro animal le clavó su pico
en el abdomen. Zoe logró dispararle, el animal herido intentó clavarle su pico
pero a los dos pasos se desplomó sobre el piso. Ante el estruendo del disparo,
el otro animal salió volando. Socorrieron a Carl y lo ayudaron a bajar la cima
unos metros pero la herida era grave y falleció en el cerro. No tenían cómo
llevar su cuerpo hasta la nave así que tomaron las esferas y se fueron los dos
lo más rápido posible para atender la mano de John que seguía sangrando. En el
camino oyeron un disparo a lo lejos, se preocuparon, algo podía estar
pasándoles a los demás. Llegaron a la nave y atendieron la mano a John. El
grupo Dos ya había llegado a la nave con Adam que había sido herido en una
pierna por el pico de uno de estos seres alados. A su vez ellos habían herido a
un animal que había podido escapar. Estuvieron haciéndole un largo rato
curaciones a su pierna, pues era una herida profunda. Finalmente llegó Mike muy
apesadumbrado, quien era el único sobreviviente del grupo Tres. Paola y Martin
habían muerto por el ataque de dos animales y entre los tres habían podido
matar a uno y herido a otro. Todos los grupos habían podido traer más esferas.
¿Estos seres alados también obtendrían el oxígeno de las esferas como habían
visto que lo hacían los reptiles-ave más pequeños?
En
la tripulación ya no eran doce. Eran nueve y dos de ellos estaban heridos.
Habían traído esferas que probablemente les alcanzarían para un día más, a
pesar de que ahora había menos personas para consumir oxígeno. La situación era
apremiante.
A
la noche John y Adam comenzaron a sentirse mal, tenían fiebre. Empezaron a
hacerles análisis de distinto tipo para ver si habían sido afectados por algún
tipo de virus, bacteria u otro organismo. Quizás algún organismo había entrado
por el pico de los animales, o simplemente entró a la herida por quedar
expuesta al ambiente exterior. Comenzaron a inyectarles antibióticos y todo
tipo de medicamentos pero cada vez estaban peor. La temperatura de sus cuerpos
había subido a los cuarenta y un grados centígrados. Ya no sabían cómo
calmarlos. Luego de unas horas fallecieron los dos. El ambiente en la
tripulación era desesperante. Ya no eran nueve, eran siete. Se fueron a dormir
desanimados.
A
la mañana siguiente decidieron salir a buscar más esferas a pesar del peligro
que les esperaba afuera. No les quedaba otra, se acababa el oxígeno. Esta vez
se dividieron en tres grupos. Uno de tres y dos de dos. Decidieron que uno de
los grupos de dos se quedaría en la nave y que el otro exploraría las manchas
verdes que habían visto en el mar. El grupo de tres tuvo la tarea de recolectar
más esferas en uno de los cerros.
El
grupo exploratorio del mar llegó al acantilado y divisó la mancha verde más cercana.
Bajaron a la playa y caminaron hasta quedar frente a la mancha verde. Debían
llegar nadando. Estaban muy temerosos, no sabían con qué se podrían encontrar.
La mancha verde estaba a unos trescientos metros mar adentro, pasando la
rompiente de olas. Se tiraron al agua con trajes de neoprene, aletas, luneta,
snorkel y cuchillos. El agua tenía una temperatura aproximada de veinte grados
centígrados, una gran flotabilidad y un sabor muy salado. Las olas eran grandes
y fuertes, por lo que tardaron un poco en poder pasar la rompiente. Finalmente
llegaron cerca de la mancha verde, era enorme. Se acercaron tímidamente y de
pronto vieron salir nadando, volando y buceando una gran cantidad de pequeños
organismos parecidos a crustáceos de color azul con manchas verdes. Era
increíble la habilidad y velocidad que tenían tanto para nadar como para volar.
Se acercaron aún más y vieron que la gran mancha verde estaba conformada por
pequeñas esferas verdes que flotaban agrupadas. Cada esfera verde a su vez
tenía por debajo unas finas láminas verdes circulares que flameaban con el
movimiento del agua. Recolectaron todas las que les cupieron en las bolsas y nadaron
hacia la orilla. Mientras volvían vieron pequeñas sombras bajo el agua que se
movían a gran velocidad, pero no pudieron detectar de qué tipo de organismo se
trataba.
El
grupo que se quedó en la nave hizo un descubrimiento importante, luego de analizar
cuidadosamente el tejido y composición química de las esferas, hicieron una
prueba de palatabilidad. Probaron un
trozo de una de las esferas desinfladas y resultó ser agradable y digerible,
más si se la condimentaba con sal. Algo tenían que hacer con la comida, pues la
que tenían en la nave les alcanzaría para seis meses más aproximadamente. Luego
observaron que a las esferas que habían plantado les habían empezado a salir pequeñas esferitas,
como brotes. Analizaron la composición del aire de la habitación, y el nivel de
oxígeno no había aumentado significativamente por los brotes.
El
grupo Tres, subió al cerro más cercano en donde había esferas y se encontró con
una sorpresa. Había varios seres alados agonizantes y resoplando en el piso,
como si les faltase oxígeno. La cantidad de esferas había disminuido debido a
la sustracción que habían infligido los invasores humanos. Dos seres alados aún
con suficiente oxígeno se estaban peleando por la posesión de las pocas esferas
que les quedaban. Mike, Zoe y Johnatan comenzaron a dispararles, no les quedaba
otra, ellos también necesitaban el oxígeno. Lograron matar a uno, pero el otro
rápido como un rayo atravesó a Johnatan en el pecho matándolo al instante. Mike
y Zoe dispararon y mataron al animal. Recolectaron todas las esferas que
pudieron y regresaron a la nave rápidamente.
La
llegada de los humanos al planeta había provocado en pocos días un desequilibrio
ecológico importante. El planeta Siren, contenía poco oxígeno en su atmósfera,
esto influía en el ambiente de forma determinante. Había poca biodiversidad de
plantas y animales debido justamente a esta escasez de oxígeno. El equilibrio
ecológico era muy frágil. Una pequeña variación podía provocar la muerte de
poblaciones enteras de animales y plantas o incluso la desaparición de
especies. La muerte de algunos de los seres alados por parte de los humanos ya
había provocado una pequeña proliferación de los reptiles-ave, pues quedaban menos predadores en la cadena
alimenticia. A su vez esta proliferación de reptiles-ave consumía más oxígeno
de las esferas por lo que prontamente podía acabárseles a ellos también.
Una
vez en la nave, todos se enteraron tristemente de la muerte de Johnatan. El
grupo exploratorio del mar relató sus descubrimientos y desembolsó las pequeñas
esferas con láminas que habían recogido. Por su parte el grupo que se había
quedado en la nave relató sus descubrimientos acerca de las esferas aéreas. Luego
analizaron las esferitas marinas en el laboratorio y descubrieron que estaban
hechas de un tejido similar a las aéreas pero con una pared más gruesa. El
contenido de las esferas también era de oxígeno pero en menor cantidad que las aéreas.
Luego
de un largo día, cenaron y se fueron a dormir. Ya no eran siete, sino seis. La
mitad de la tripulación había muerto. El panorama no era para nada alentador.
El oxígeno de la nave les alcanzaría para unas veinte horas más.
A
la mañana siguiente decidieron salir a buscar más esferas. Se dividieron en
tres grupos de dos. Uno salió a buscar más esferitas al mar, otro a los cerros
y el otro se quedó en la nave.
El
grupo marino, llegó a la orilla y se dirigieron nadando hacia la primera mancha
verde que divisaron. Cerca de la mancha vieron de nuevo como salían disparando
los pequeños crustáceos voladores y nadadores que parecían obtener oxígeno y
comida de las esferitas. Comenzaron a recolectar esferitas. De pronto vieron en
lo profundo las pequeñas sombras que habían visto el día anterior. Se
inquietaron un poco. Decidieron recolectar algunas más y volver. Mientras
volvían Sean sintió un puntazo en la pierna, se detuvo preso del dolor. Dan
notó el retraso de Sean, se dio vuelta y vio como se alejaba buceando una
especie de reptil nadador de unos ochenta centímetros de largo con un pico largo
y agudo. Ayudó a Sean a nadar lo más rápido posible a la orilla. Temían que
otro reptil nadador los atacara. Cerca de la orilla Sean se apoyó en el hombro
de Dan y llegó rengueando a la playa. Apenas llegó se desplomó en la arena. Su
herida sangraba copiosamente, el orificio provocado por el animal atravesaba
toda su pierna. Hicieron un torniquete, subieron el acantilado con gran
dificultad y finalmente subieron al vehículo que los llevó a la nave.
Del grupo del cerro sólo
volvió Zoe con algunas esferas. Mike había muerto atravesado por el pico de un
ser volador en el cuello.
El grupo que se había
quedado en la nave tenía una buena noticia, los brotes de las esferas que
habían plantado habían crecido y estaban flotando en el aire, se habían
desprendido de las esferas madre. También habían acondicionado una gran pecera
con agua marina donde introdujeron algunas esferitas marinas para ver si éstas también
se podían reproducir.
Cuando el grupo marino
llegó a la nave, atendieron la herida de Sean desinfectándola, vendándola y
parando la hemorragia, había perdido mucha sangre.
Ya no eran seis, con la
muerte de Mike eran cinco. A la noche murió Sean, debilitado por la fiebre y la
pérdida de sangre. Quedaban cuatro. Durante la estadía en Siren, la tripulación
había perdido dos tercios de sus integrantes en pocos días.
Al día siguiente
decidieron salir a buscar más esferas. El oxígeno disponible en la nave
alcanzaría para unas dieciséis horas más. Un grupo de tres salió hacia el
cerro, pues las esferas aéreas tenían más oxígeno que las marinas. Vito se
quedó en la nave.
Dan, Zoe y Lucy subieron
al cerro. Divisaron un ser alado cerca de la cueva y le dispararon hasta
matarlo. Ya fuera de peligro comenzaron a recolectar esferas. De pronto sin
saber de dónde vino, un ser alado cayó en picada desde el cielo y atravesó por
la espalda a Lucy matándola al instante. Dan y Zoe, rápidos de reflejos
dispararon al animal que murió acribillado. Recogieron las esferas y volvieron
a la nave. Vito los recibió lleno de alegría, finalmente había podido arreglar
el sistema de comunicaciones y había podido mandar varios mensajes pidiendo
ayuda y la ubicación en donde estaban. El rescate llegaría en cuatro días. Los
tres saltaron abrazados, lloraban de alegría y también de tristeza. Contentos
por la noticia del rescate y tristes por la muerte de Lucy.
¿Sobrevivirían cuatro días
más? En pocos días la tripulación había perdido las tres cuartas partes de sus
integrantes. Sólo quedaban tres tripulantes. Esa noche como las anteriores
durmieron intranquilos. El oxígeno disponible en la nave alcanzaría para un
día, no para cuatro días. Al día siguiente tendrían que salir a buscar más.
A la mañana se levantaron,
desayunaron y decidieron que Dan y Zoe saldrían a recolectar esferas y que Vito
se quedaría en la nave.
Dan y Zoe subieron al
cerro. Había cuerpos de animales muertos por doquier. Estaban tanto los que
habían matado ellos como los que habían muerto por la falta de oxígeno o por las
luchas contra sus pares por tratar de obtenerlo. El panorama era dantesco. De
pronto divisaron uno vivo cerca de la cueva y lo mataron a disparos. Una vez
muerto comenzaron a recolectar esferas. Al rato asomó la cabeza de otro por la entrada
de la cueva, le dispararon pero en seguida se metió adentro. Se acercaron a la
boca de la cueva para matarlo pero estaba muy oscuro y no podían verlo. No
sabían cuán profunda sería la cueva, ni cuántos animales habría ahí. De pronto
vieron que uno se les lanzaba desde el cielo en picada para ensartarlos, se
corrieron y le dispararon. Cayó muerto muy cerca de ellos. Luego vieron que
desde un cerro cercano vino uno volando para atacarlos. ¿Tendrían una forma de
comunicarse? ¿Por ultrasonido tal vez? ¿Las cuevas estarían comunicadas? ¿Los
animales de los cerros y cuevas vecinas venían a atacarlos por una suerte de
solidaridad o unidad de grupo o comunidad de animales? ¿Tendrían algún tipo de
organización social? No tenían tiempo para tratar de responder tantas
preguntas. Apenas estuvo al alcance le dispararon y lograron matarlo. Pero
luego aparecieron dos más desde otros cerros. Les dispararon, uno murió y cayó
por la ladera del cerro, el otro herido logró atravesar a Dan en el pecho y Zoe
remató al animal al instante. Zoe se acercó a Dan para tratar de reanimarlo
pero ya era tarde. Con lágrimas en los ojos Zoe volvió a la nave con algunas
esferas y muy apesadumbrada.
Cuando llegó a la nave se
abrazó a Vito y balbuceando le relató lo ocurrido. Vito la consoló como pudo,
pero él también se encontraba desolado. Se consolaron mutuamente.
Sólo quedaban dos en la
nave. Las esferas les alcanzarían para dos días. Decidieron que se tomarían un
día de descanso en la recolección de esferas y se quedarían en la nave
ultimando los detalles del rescate y tratando de arreglar los instrumentos para
generar oxígeno por electrólisis. Esa noche hicieron el amor.
A la mañana siguiente se
despertaron y estuvieron todo el día contactándose con la nave que los
rescataría para precisarles su situación, lo que habían vivido y las
circunstancias y ambiente en el que se encontraban. Con el arreglo de los instrumentos
para la electrólisis no tuvieron suerte, se habían dañado mucho. Les llevaría varios
días más arreglarlos. Al día siguiente tendrían que salir nuevamente a buscar
más esferas.
Se despertaron algo
nerviosos. Cada vez que salían a buscar esferas, sabían que podían no volver.
Llegaron al cerro y divisaron a un ser alado. Le dispararon y lo derribaron. Zoe
comenzó a recolectar esferas mientras Vito se quedó vigilando la cueva y el
cielo. A los pocos minutos vio asomar a un animal por la cueva, le disparó pero
le erró. Vito y Zoe se acercaron a la cueva y comenzaron a disparar a mansalva,
pues estaba tan oscuro que no veían nada. No lograron darle al animal. Se
dieron vuelta y vieron como dos animales caían en picada hacia ellos, se
corrieron y les dispararon uno murió cayendo muy cerca de ellos y el otro malherido
logró atravesar un pie de Vito. Zoe remató de un disparo en la cabeza al animal
y desenterró el pico que tenía clavado en el pie de Vito. Vito se retorcía y
quejaba de dolor. Zoe, le limpió el pie, le puso desinfectante y lo vendó. Los
dos llegaron al vehículo como pudieron, miraban a cada instante hacia atrás con
miedo a que apareciera otro animal. Finalmente llegaron a la nave y Vito se
recostó en la camilla. Zoe le atendió mejor la herida, con antibióticos y
calmantes. Estuvieron charlando un rato tomados de la mano hasta que Vito se
durmió. Más tarde comenzó a sentir fiebre, Zoe lloraba desconsolada. Unas horas
más tarde, Vito murió. Zoe se encontraba totalmente desolada, deprimida, una
profunda tristeza la embargaba. Se tomó una botella de vino entera y se
desplomó sobre la cama. Quedaban dos días para el rescate pero el oxígeno de la
nave le alcanzaría para un día más. Al día siguiente tendría que salir sola a
buscar más esferas.
A la mañana se despertó
desganada, triste y abatida. Desayunó y salió hacia uno de los cerros que
estaban más lejos, no quería encontrarse de nuevo con el espectáculo de sus
compañeros muertos. Llegando a la cima del cerro divisó uno de los animales. La
cueva parecía más pequeña. Le disparó y lo mató. Comenzó a recolectar esferas,
mirando por el rabillo del ojo y en estado de alerta por si aparecía otro
animal. Con su visión periférica vio algo en la puerta de la cueva, giró
velocísima, disparó y mató a otro animal. Decidió tomar la bolsa con las pocas
esferas que había recolectado y retirarse. Cuando se retiraba vio que un ser
alado caía en picada hacia ella, dio un paso al costado apuntó, disparó e hirió
al animal. El animal al caer chocó con ella. Zoe dio varias vueltas sobre el
piso golpeándose contra las rocas. Quedó aturdida y dolorida, sintió que algún
hueso de la pierna derecha se le había quebrado. Se arrastró hacia una roca,
buscó su pistola pero la había perdido durante la revuelta en el piso. El
animal herido se acercaba tambaleante hacia ella dispuesto a atravesarla con su
pico. Ella tomó dos rocas, una en cada mano y lo esperó.
Diego Gallotti
5/9/18