Por su parte
Honorio llegó a la estancia donde había trabajado con su familia y de noche se
acercó a la casita de las criadas. Llamó a su esposa y a su hija por la ventana
y se encontraron detrás de la casa. Luego de abrazarse los tres, su esposa
Juana le advirtió que la policía lo estaba buscando. Preguntó por su hijo y le
dijeron que como ya tenía diecisiete años lo habían puesto a trabajar en el
campo. Que lo iba a encontrar en la casa de los peones. Se acercó sigilosamente
a la casa de los peones y por la ventana llamó a su hijo. Casildo salió y se
encontró con su padre. Luego de un largo abrazo y de ponerse al tanto de lo
ocurrido durante tanto tiempo, Honorio le dijo que debía marcharse porque lo
buscaba la policía. Casildo le dijo que lo quería acompañar pero Honorio le
dijo que con un perseguido alcanzaba en la familia. Casildo le dijo que
prefería la vida de matrero a la de seguir siendo explotado en esa estancia.
Honorio se lo prohibió y se largó hacia el campo con una profunda tristeza.
Continuará...
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