Justo y Honorio se
dirigieron hacia el norte nuevamente. Vivieron varios días a la intemperie. De
vez en cuando trabajaban de peones en alguna estancia pero no se quedaban
muchos días por temor a que en cualquier momento los encontrara la milicia por
desertores. Un día llegaron a un baile y presenciaron como un tal Fierro
provocaba a una negra. Honorio enfurecido le preguntó a Justo ¿Qué le pasa a
este Fierro con los negros? Justo lo refrenó, tranquilo Honorio que no hay
comedido que salga bien. Al momento el compañero de la ofendida salió a
defenderla y se armó una tremebunda pelea. El pobre negro quedó tendido en el
suelo y su compañera llorándolo. Honorio conmocionado reflexionó: no puedo
entender como nos seguimos peleando entre hermanos. No somos enemigos indios,
negros y gauchos, los tres tenemos un enemigo en común.
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