Un día a Cabrera se le
ocurrió hacer una incursión nocturna a la toldería más cercana. No hay palabras
para describir la matanza y el horror de aquella noche. No se perdonó ni a las
mujeres ni a los niños. Los indios desprevenidos se defendieron como pudieron
y Justo López en la escaramuza mató a un
hombre por primera vez. Pocos indios lograron escabullirse hacia al monte.
Todo era llanto, gritos,
sangre y fuego. Don Justo con lágrimas en los ojos estaba por emprender la
retirada cuándo escuchó un movimiento en un matorral. Se acercó y vio a un indio
de unos 12 años. El chico atemorizado lo miró fijo a los ojos y Don Justo
decidió hacer como que no lo había visto. Ya le pesaba su primera muerte como
para tener además que matar a un niño.
Desde esa noche se juró a
si mismo que iba a escapar del fortín como fuera. No entendía que era esa
guerra ni que era esa conquista al desierto. Su abuelo había peleado junto a
los indios en la guerra de la independencia y ahora él tenía que pelear contra
sus hermanos los indios.
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