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sábado, 5 de septiembre de 2020

Rojas

Luego de visitar en Paraguay las ciudades de Asunción, Caacupé, Filadelfia, Ciudad del Este y las Misiones Jesuíticas, llegamos con mi amigo Fernando al pueblo de Rojas. El pueblo fundado por el abuelo de mi novia de aquel momento.

Preguntando llegamos a la casa de unos de sus parientes. Les dije que Carla era mi novia, estaba oscureciendo y la pareja como no nos conocía, en lugar de dejarnos dormir dentro de la casa, nos dijeron que durmiéramos en el patio con nuestras bolsas de dormir. No fueron tan amables como nos prometió Carla pero igual le agradecimos.

Era verano y hacía mucho calor. Nos acostamos arriba de las bolsas de dormir, sin taparnos. Estuvimos un rato charlando y luego nos dormimos. Por mi parte no por mucho tiempo. A la medianoche empecé a sentir ruidos y movimientos cerca de mí. Abro los ojos y veo un sapo saltando cerca de mi cara, me levanto sobresaltado y lo espanto. Se escondió debajo de una maceta. El piso estaba lleno de bichos y el sapo había salido a comerlos. Fernando dormía profundamente. Intenté dormirme pero no podía, escuchaba constantemente ruidos de grillos, ranas y demás animales que venían del campo que lindaba con el patio. Dormí de a ratos y como pude.

A las cinco de la mañana me despertó el ruido de unos cerditos caminando cerca de nosotros por el patio. Fernando también se despertó. No nos quedó otra opción que reírnos. Empezaba a despuntar el sol. Me levanté somnoliento y caminé hacia el campo para ver el amanecer.

 

Diego Gallotti

11/8/20


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