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sábado, 12 de septiembre de 2020

Plaza

 

Llegamos a la ciudad de Encarnación muy de noche y no encontramos hospedaje. Decidimos pasar la noche en una plaza y buscar un hotel a la mañana. Hacía calor así que usamos las bolsas de dormir sólo de colchoneta. Las extendimos en dos bancos y nos recostamos. Estuvimos charlando un rato y de pronto nos sobresaltó un estruendoso ruido en la calle desierta. Miramos alrededor pero no vimos nada. La noche estaba muy oscura, cerrada. El ruido se oía cada vez más cercano. De golpe un caballo blanco irrumpió al galope por la calle asfaltada. Parecía desbocado, enojado. Iba sin jinete, fantasmal, resplandeciente. Se alejó relinchando brioso y luminoso, como en un sueño. El ruido estrepitoso de los cascos contra el asfalto se escuchó por unos minutos más, hasta ser sólo un murmullo.

 

Diego Gallotti

12/9/20

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