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sábado, 25 de julio de 2020

Flotar


Tenía cinco años. El profesor de natación había faltado y vino un suplente. Preguntó quienes sabían flotar y quienes no y nos separó en dos grupos. Yo no sabía flotar pero no quise ser menos que los demás. Por orgullo me puse en el grupo de los que sabían flotar. El profesor pidió a los que sabían flotar que se fueran tirando al agua desde el borde. Uno a uno se fueron tirando. Yo era el último, lo demoré todo lo que pude. Finalmente me tiré de pie. Sentí que la caída desde el borde hasta el agua era interminable. Por fin toqué el agua y me hundí salpicando. Era una sensación extraña estar sumergido en un medio tan blando, sin tener de donde sostenerme. Parecía que todo transcurría en cámara lenta. El agua me tapó la cabeza y por suerte el cuerpo fue subiendo solo hacia la superficie. Instintivamente saqué la cabeza fuera del agua y comencé a mover los brazos y las piernas como lo hace un perro. Así aprendí a nadar.

Diego Gallotti
24/7/20

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