Si hay algo
que odio es que me invadan. Que invadan mi privacidad, mi intimidad, mis
tiempos, mis espacios, mi vida. Pero increíblemente, hace un año que estoy conviviendo
con Lidia, que tiene una inclinación natural a invadir. Adora invadir. Invadir
está en su naturaleza, en su esencia, en lo más intrínseco de su ser. Creo que
no invade conscientemente, simplemente lo ama.
Invade el
ropero, mis amistades, mi trabajo, mi familia, mi tiempo, en fin, invade todo. Al
principio, en la etapa de enamoramiento, ni siquiera registraba estas
situaciones. Luego comencé a percibirlas, pero muchas veces cedía autojustificándome
con que el hecho que me había molestado no tenía gran importancia y de esa
manera permitía que ella me siguiera invadiendo. Pero hace unos meses
comenzaron a molestarme más todas estas situaciones, no sé si por acumulación o
porqué motivo, entonces decidí empezar a decirle las cosas que no me gustaban.
Que me llame tanto por teléfono, que me envíe tantos mensajes, que me controle,
que opine sobre mi ropa, mi trabajo, mi salario, mis amigos, mi familia. Muchas
veces nos embarcamos en largas discusiones, ella alega que yo la conocí así y
que es natural que se preocupe y opine sobre lo que ella considera que es mejor
para la persona que ama. Cuando la intromisión es muy evidente e indefendible pareciera
que lo entiende, deja de hacerlo por un tiempo, pero finalmente de a poco
comienza con la invasión nuevamente. Todavía no me queda claro si todo esto lo
hace consciente o inconscientemente, o de ambas maneras, pero lo importante es
que lo hace y me molesta.
Ya no sé qué
hacer. A veces me pregunto porque me atrajo alguien como ella. Lidia es bella,
inteligente, ambiciosa, emprendedora, imaginativa y muy creativa. Tiene muchas
cualidades. Pero últimamente, su tendencia a invadirlo todo termina opacando
todas sus virtudes.
El otro día
llegué a casa y veo que Lidia había colocado una guarda decorativa que cubría parte
de las paredes del living. Me quedé paralizado, estupefacto. Le pregunté porque
había decorado el living así, sin consultarme antes. Le planteé que yo también
vivía ahí y tenía derecho a opinar sobre lo que quería ver en las paredes
durante todo el tiempo que pasaba en el departamento.
Ante la
contundencia de mi reacción se disculpó y se mostró compungida. Me dijo que su
ex marido casi siempre había decidido por ella y que esta vez ella quiso darse
ese lujo. La verdad no sé cómo era la relación con su ex esposo, pero su
explicación no me convenció para nada, el hecho me seguía molestando igual.
Luego de esa discusión nos alejamos por un rato y más tarde decidí hacerme un
baño de inmersión para relajarme.
Llené lentamente
de agua caliente el jacuzzi, introduje sales de baño para hacer espuma, me sumergí
dejando sólo la cabeza fuera del agua, me relajé y cerré los ojos. Oprimí un
botón y comenzaron a salir burbujas que acariciaron y masajearon dulce y suavemente
todo mi cuerpo. De pronto sentí un ruido, era Lidia que había entrado al baño.
Estaba vestida sólo con una bombacha y un corpiño de encaje negros. Se los sacó
hasta quedar completamente desnuda y lentamente se introdujo en el jacuzzi
conmigo.
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