…“El vino nos inicia en los
misterios volcánicos del suelo, en las ocultas riquezas minerales; una copa de
Samos bebida a mediodía a pleno sol, o bien absorbida una noche de invierno, en
un estado de fatiga que permite sentir en lo hondo del diafragma su cálido
vertimiento, su segura y ardiente dispersión en nuestras arterias, es una
sensación casi sagrada, a veces demasiado intensa para una cabeza humana”…